jueves, 23 de abril de 2020

La Biblioteca de Los Matheus Rivas.

Y de como me hice adicto a la lectura.


Esta mañana, a proposito del día del libro, me imagino,  recibì por whatsApp un par de videos (vealo al final) de mi querido amigo y vecino de mi infancia y juventud Luis Enrique (Nike) Matheus Rivas, los cuales trajeron a mi memoria  aquellos libros que sacábamos de la vitrina de la biblioteca de su casa.
Los primeros libros que leí en mi pre adolescencia salían de aquella atiborrada vitrina, que se encargaba de surtir el papà de Nike (el Profesor Matheitos como cariñosamente lo recordamos). Gracias a que Nike ya tenia el habito de leer, me animaba también a hacerlo y me prestaba sus libros.
Robin Hood, Las Aventuras de Tom Sawyer, Aventuras de Huck,  de Mark Twain; Principe Valiente  de Harold Foster; Pimpinela Escarlata, de Baroness Orczi; La Isla del Tesoro, de Robert L. Stevenson; La Cabaña del Tio Tom, de H.B. Stowe; Papillón, de Henri Charriére; Matar un Ruiseñor,de Harper Lee; y la lista (que se hizo interminable) empezando con las aventuras de Hercules Poirot de Agatha Cristie;  y otros  tantos títulos y autores que ahora escapan de mi memoria, pero que me permitieron conocer el  mundo de la imaginaciòn. Me devoraba con entusiasmo cada pagina y me adentraba tanto en la lectura que era yo el propio protagonista de la imaginación del autor, ninguna película podrá plasmar jamas lo que se siente al ir saltando de palabra en palabra, entre cada frase escrita. ningún ruido me distraía de esos escenarios maravillosos.
Al llegar bachillerato vinieron los autores venezolanos y universales que eran de lectura obligatoria en la asignatura Lengua y Literatura: Casa Muertas y Oficina numero uno, de Miguel Otero Silva;  Lanzas Coloradas de Arturo Uslar; Memorias de Mama Blanca, de Teresa de la Parra, Platero y yo (Juan Ramón Jiménez). Doña Barbara, (6 lecturas) La Trepadora, Canaima, Cantaclaro, Pobre Negro, Sobre la Misma Tierra, de Rómulo Gallegos.  La pluma de Don Rómulo Gallegos me permitió conocer la geografia nacional y este amor que siento por mi tierra venezolana, Las Lanzas Coloradas me sembraron el amor por la patria al vivir tan vivamente las luchas por la independencia  de Venezuela. 
Cien años de Soledad (que lo he leido 5 veces) y El Amor en los Tiempos del Cólera de Gabriel Garcia Marquez me sumergieron en ese realismo magico y maravilloso del Gabo. Se me hacia sumamente placentero cumplir con estas tareas, mientras mis amigos se fastidiaban y no podían terminar ni siquiera el primer capitulo. Debo decirles que mi amigo Nike terminó el bachillerato antes que yo (cosas de la edad) cuando yo entre al tercer año, el se fue a la ULA a estudiar su ingenieria, pero quedaron sus hermanos Carmen Dalia y Carlos Alfonso, buenos lectores también, que sin duda alguna me permitian seguir disfrutando de la biblioteca de los Matheus Rivas, vecinos de la comarca El Amparo.
Fui muy flojo para estudiar, pero me encantaba la lectura, por eso esperaba con ansia las vacaciones para leer aquellos libros. Ese apego que tengo por la lectura es gracias a que tuve buenos amigos. Me hice adicto a las selecciones del Reader Digest, que la compre hasta que desapareció de las librerías. Recuerdo que todos los domingos iba a su casa a buscar el Septimo Día (aquella separata de El Nacional) que traia muy buenos artículos. Asì que con mi amigo Nike y sus hermanos y también con la Biblioteca de Don Jorge Dubuc, (que era bastante grande) padre de nuestro amigos y tambien vecinos Se lvana y Mario Luis Dubuc, me hice adicto a la lectura.
Terminado el bachillerato me fui a vivir en la tierra de Doña Barbara, el llano. Al buscar una carrera universitaria en la Casa de los Caminos y Horizontes: la Universidad Romulo Gallegos en San Juan de los Morros, conocí allí otra biblioteca: la de la ciencias agrarias, pero esa es otra historia que les contare después.
El fluir de las letras se hizo común en mi vida, hasta llegar a hacerse imprescindible, aunque reconozco que ahora no leo tanto como antes (pues compraba un libro cada semana) siempre tengo algo que leer en mi mesita de noche, o aunque sea en el teléfono, pero les aseguro que para mi, nada puede igualar el placer de tener un libro en las manos e ir descubriendo en  cada frase la imaginación del autor. 
Con la madurez llegó también la búsqueda del conocimiento de lo mas anhelado del ser humano, ese Ser Supremo que en algún momento de tu vida te das cuenta que es lo único que necesitas para ser  verdaderamente feliz, la búsqueda verdadera del encuentro con Dios, entonces la literatura sagrada comenzó a marcar y cambiar mi historia y la de mi familia hacia una nueva etapa: la del servicio en la Iglesia, pero eso es material para otras cuartillas.
Lamentablemente las ultimas tres mudanzas no han permitido que mis tesoros (los libros que he ido comprando) respiren en un armario o estante adecuado, se encuentran muchos de ellos almacenados en cajas. aunque mi hija Laura Virginia se ha permitido rescatar algunos, fue ella,  de mis dos retoños la que mas heredò el gusto por la lectura, aunque Maria Virginia también lo hace esporadicamente. Tuve  la dicha de que mi amada esposa Rosa Virginia también se contagiara de esta adiccion y muchas veces nos peleamos  por quien iba a leer el libro recién comprado. De mis hermanos, algunos de ellos también se contagiaron y tienen el habito.
En este confinamiento obligado, quien tenga el habito de la lectura entenderá mejor esta cuartilla y  seguro, estará provechando para desempolvar su biblioteca o  habrá adquirido algún buen ejemplar para disfrutarlo.
Gracias a mi querido amigo Nike y sus hermanos, gracias a los otros amigos, quienes confiaron en mi y me prestaron algún ejemplar ( si no se los he devuelto avisen) porque han sido parte importante en mi pasión por la lectura.
Un abrazo para Nike y sus hermanos, (mis hermanos) los Matheus Rivas.